find: Danza Islas Cook

Robert Takashi Imagire,

bailarín, artista de artes gráficas, Estados Unidos / Islas Cook

Traducido por Margie Díaz Mesén, Costa Rica.

Las primeras actividades en las que me interesé fueron el arte decorativo y el publicitario. A mediados de los años cuarenta y después de mis estudios en la Fine Art School [Escuela de Bellas Artes] y la American Academy of Commercial Art [Academia Estadounidense de Arte Comercial] de Chicago, llegué a trabajar como artista comercial en la Malcomb Howard Advertising Agency


De izq. a der.: Moki, DeeDee, y Robert Imagire, en una presentación en el Club Polinesio, en Reno, Nevada, Estados Unidos.

[Agencia de Publicidad Malcomb Howard].
Luego volví a las bellas artes, principalmente al óleo, y retorné la pintura abstracta para alejarme del realismo que se requiere en el trabajo en una agencia de publicidad; así como para explorar mi interés en el dibujo abstracto que se presentaba en las galerías artísticas de Chicago.

Una de mis pinturas, inspirada en el poema de Florence Mayberry, representa a una persona en su búsqueda espiritual y cuya alma se hacepedazos cuando el Ave Blanca de los Cielos, simboliza al Mensajero de Dios, abre las puertas de la verdad.

"Salvajes caballos que se dan a la fuga destrozan mi alma en dos como frágil carreta de madera"
(extracto del poema de Mayberry)


La danza kokee presentada por Robert Takashi Imagire, en el Templo Budista de Berkeley,
en 1991.

Como resultado de mi ingreso a la comunidad bahá'í en 1947, respondí al llamado a ser pionero.
Obtuve un puesto con el gobierno de los Estados Unidos, que requería el desplazarme a diferentes lugares del mundo. Más tarde laboré en el municipio de Berkeley, en California. Allí asistí al Berkeley Senior Centre
[Centro de Personas de la Tercera Edad de Berkeley] en donde se impartían clases de danza hula. Decidí participar en ellas y en el baile coreográfico en parejas para seguir el consejo de mi médico, quien aseguraba que mi artritis de debía a la falta de ejercicio.
Cuando observé este tipo de danza en la tienda hawaiana de un amigo, pensé que sería divertido participar, y en verdad, llegó a curarme de la artritis.

Aunque todavía soy novato en ese tipo de danza, sé mucho más que lo que encierra la frase
"¡Por supuesto! conozco la danza hula" mientras se ondean los brazos y mueven las caderas en círculo. Hoy sé que se mueven únicamente las manos, y se abren y cierran los dedos como abanico, que los brazos se sostienen en posición fija y los codos en alto como en la postura básica de bailarina. Las caderas se mueven en círculo, hacia las cuatro direcciones o balaceándose hacia los lados, con los hombros inmóviles. Para aprender hacerlo, se colocan las manos en el marco de una puerta para sostenerse y se mantienen los hombros quietos moviendo las caderas.

Existen dos tipos de danza hawaina hula:
kahiko y auana. Lamentablemente la mayoría de los estadounidenses creen que la danza hula es de "carácter seductor" como las que se encuentran en las carpas al lado de los circos.
Durante la época de Elvis Presley y Don Ho, la hula era presentada como una danza glamorosa y romántica del trópico. A este tipo se le llama Auana o Hapa Hauli, que significa medio europea. Pero la verdadera hula es la antigua danza Kahiko, que se desarrolló antes de que se introdujera la guitarra y el ukulele. Los instrumentos utilizados (que en hawaiano se denominan 'implementos') eran tambores (toeere), palos de bambú (pu'ili), piedras (ili ili), cáscaras de coco partidas a la mitad (nui), cierto tipo de calabaza o jícara, rellenas de semillas y muy similar a las maracas mejicanas (uli uli), calabazas grandes y ahuecadas (ipu) y palos de madera. (kala'au). Al igual que la danza del vientre, que en sus orígenes estaba destinada al templo hindú, la hula es una forma de adoración, como lo son la danza hindú, las primeras danzas japonesas shinto, las danzas de los indígenas americanos y las danzas giratorias de los derviches de Irán.

Al aprender la danza kahiko, se empieza a entender que los hawaianos, en realidad todos los polinesios, tenían un concepto de Dios Único y Universal, la Fuerza Creativa, y que el Volcán, el Océano, el Bosque y demás manifestaciones eran las emanaciones de esa Fuerza. Me di cuenta de ello al aprender a bailar "E Pele", la primera danza kahiko. Cuando los misioneros preguntaban a los hawaianos si creían en Dios, no recibían respuesta porque era "tabú" (es decir prohibido o sagrado), hacer mención del nombre de Dios, quien esta más allá de toda comprensión. El ademán que en la danza representa la palabra Dios se hace cruzando los brazos a la altura de la muñeca y colocándolos sobre la frente y los ojos, para mostrar así que Dios está más allá de toda comprensión. Danza hula, E Pele. De izq. a der.: Tangaroa, Pa Ariki, reina de la comunidad muri y Robert Takashi Imagire.

No obstante, los hawaianos sí podían hablar de las Emanaciones de Dios, por ejemplo su Poder, ejemplificadas en el volcán. A este poder se le denomina Pele, y en la danza E Pele los bailarines o personas devotas imploran al Poder de Dios para que los proteja de aquello que está al frente, detrás, a la derecha y a la izquierda, semejante a lo que se lee en la oración de protección de El Báb de protección. Se representa con el canto de alabanza, y al ritmo del heke (ipu grande) y de la pequeña ipu.

En el pasado, el jefe (ariki) permanecía cerca de una gran roca situada junto a un árbol grande y oraba pidiendo guía divina, sintonizándose con las vibraciones de las rocas y los árboles, y absorbiendo la atmósfera espiritual que se ha experimentado durante cientos y miles de años. Algo parecido a lo que hacen los indígenas estadounidenses al calentar las rocas para un baño de vapor con el propósito de percibir la guía de las rocas. "En aquel día, las rocas gritarán", como la Zarza Ardiente que le habló a Moisés.

En 1960, Crazy Horse
[Caballo Loco] , un amigo estadounidense de la tribu indígena chacta, me honró invitándome a participar en un baño de vapor que se celebró en un sitio de entierro colectivo de Mayaone, Accokeek, Maryland, Estados Unidos. Los últimos cantos se referían a los Mensajeros Gemelos del Oriente que llegarían y plantarían el Árbol de la Vida, para que creciera lozano. Cuando esto suceda, no sólo se unificaran las tribus de los Estados Unidos, sino toda la humanidad. La siguiente vez que me topé con Caballo Loco le conté sobre la cantidad de agua que estaba tomando y que seguramente había transpirado mucho en la cabaña de barro, a lo que él contestó: «Espero que además te hayas liberado de muchas toxinas espirituales».

De 1989 a 1991 realicé, junto con el grupo de danza hula del Berkeley Senior Citizen, presentaciones para los ancianos en clínicas de reposo, hospitales y dispensarios, y en fiestas de cumpleaños y banquetes sociales.

De izq. A der. Robert Takashi Imagire y ...

Durante este período la Asamblea Espiritual Local de los Bahá'ís de San Francisco repropuso que invitara a los chinos residentes y a los estadounidenses de descendencia china, a las actividades del Centro Bahá'í. Advertí que a los chinos de mi edad (sexagenarios en aquella época) les encantaba el baile coreográfico en parejas, por lo cual empecé a impartir clases en el bello salón de baile de ese centro. La asistencia aumentó bastante y en cierto momento llegó a haber hasta treinta y dos parejas de chinos que participaban. Se enseñaba a bailar fox trot, vals, cha-cha-chá, rumba y tango. Mi compañera de danza hula y yo habíamos aprendido tap y otros bailes húngaros e irlandeses. Dimos una función para los grupos de la escuela bahá'í Bosch, del Programa para Huéspedes Ancianos sobre el tema de religión, cultura y paz mundiales. Enseñamos la danza hula y organizamos un programa de baile intercultural.

También llevé al Centro Bahá'í de San Francisco al grupo polinesio de danza, que hazo una presentación frente al Centro, como parte de una celebración que incluía a toda la ciudad. Me sentí especialmente impresionado con su creatividad. Moki Hula Manu, la persona líder del grupo (kumu hula), cantaba la alabanza Pe'e en hawaiano. Siempre había deseado
aprender a cantar al estilo kahiko, antigua forma hawaiana, para usar ese estilo en las oraciones bahá'ís. Durante el tiempo que estuve inscrito al Programa para Huéspedes Ancianos visité Honolulú cinco veces y asistí a cursos sobre arte, danza, historia y canto hawaiano.

En Julio de 1993 me trasladé a Aitutaki, una de las Islas Cook. Durante cinco años anhelé ser pionero en Hawai pero aún no era permitido establecerse allí. Viajé a las Islas Cook en octubre de 1992 para conocer la zona y me gustó más que Hawai, pues su gente sí hablaba su lengua nativa, tenía su propio gobierno y era dueña de sus tierras. Además averigüe que allí podía subsistir con mi pensión. La Asamblea Espiritual Nacional de los Islas Cook me recomendó establecerme en una de las más lejanas. Escogí la Aututaki porque había tres sitios donde ofrecían "Island Night" [Noche isleña], un bufé con alimentos de la isla y un espectáculo polinesio. En marzo cuando regresé para encontrar un lugar donde residir, me presentaron una pareja maori de las Islas Cook que hacía poco habían regresado de una gira de seis meses de presentaciones en Japón. En la puerta principal de su casa habían escrito en japonés sus nombres y los de sus cuatro hijos. Nos hicimos amigos de inmediato.

Me uní al grupo de danza que la pareja había formado. Les enseñé la danza hawaiana hula, y durante dos años llevamos a cabo presentaciones. Luego, durante otros tres años, tuvimos un programa de danza intercultural en un salón que habíamos alquilado. Presentamos danzas de los maori y de las Islas Cook, Samoa, Nueva Zelanda, y Hawai. Representé la danza japonesa Kenbú (danza de espadas) que había aprendido a los 17 años y cuyos movimientos lentos son similares al O-Noh, baile muy formal. Aunque danzaba y me movía de una manera lenta y ceremoniosa, la gente se preguntaba cómo es que podía mostrar tanta energía. En realidad la energía no provenía de mí, sino de la grabación en audiocasete con la voz a capela de mi madre, que cantaba al estilo shigin.

La danza "Benkei" relata la historia de un monje budista guerrero, quien se dio cuenta de que el poder de la espada no era la solución para los problemas, y juró que nunca más la usaría. Durante diez años había mantenido su palabra, pero un día al regresar a casa escuchó los gritos de su esposa, quien estaba amarrada a un árbol y a punto de ser asesinada por un ladrón.

Robert, la danza japonesa Kenbú (danza de espadas).

El monje budista Benkei mató al ladrón, rompiendo al mismo tiempo su promesa de no utilizar la espada. Este tipo de paradoja es típica del estilo poemas hai kai shigin, que alterna cinco y siete sílabas, entre sus cinco líneas. La paradoja consiste en que es incorrecto matar, pero a la vez, es correcto matar para proteger a quien se ama; similar a la enseñanza de Bahá'u'lláh respecto a no matar salvo si es para proteger a quien amamos [En referencia a este punto se sugiere consultar el libro Luces de guía, sección IV-C.Autodensa, #398-400, donde Bahá'u'lláh declara que es mejor ser muerto en el camino de la complacencia de Dios que matar, y que la cuestión es básicamente un asunto de conciencia. (N.T.)].

Me vestí con un kimono negro y un "hakama" (falda pantalón). Mi danza debe de haber transmitido mucha energía y ánimo porque al cerrar el abanico con una palmada de mi mano izquierda produciendo un fuerte golpe, y sacar mi espada en posición de ataque, causé una gran conmoción entre el público de las Islas Cook.

He continuado enseñando la danza hula a los niños que asisten a las sesiones "Relatos y lectura para niños", de la Pan Pacific South East Asian Women's Association
[Asociación de de Mujeres de todo el Pacífico sudoriental asiático] , que se lleva a cabo en la biblioteca de la universidad.

He descubierto mi capacidad para el arte por computadora, así que he vuelto a dibujar las ilustraciones del poema de Florence Mayberry, y otras nuevas sobre "los siete pasos para resolver problemas", basados en el principio de "la dinámica de la oración", de Shoghi Efendi (incluida en libro bahá'í de oraciones de tapa blanca, impreso en Malasia). Cuán ciertas son aquellas palabras:

"De mucho mayor poder que la oración misma, es el espíritu con que ésta se pronuncia, y de mayor potencia que la forma en que se pronuncia, es el espíritu con el cual se lleva a cabo".

Extractos de Arts Dialogue, junio 2000, páginas 18-21


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